sábado, 23 de febrero de 2013


alumnos de segundo y tercero de secundaria intercultural Tatuutsí Maxakwaxí

El fin del mundo
Un día, un hombre caminaba muy solo en medio de la selva. De repente, tembló la tierra fuertemente y en ese momento el hombre dirigió su pluma sagrada al norte, sur, este y al oeste. Desde entonces la tierra dejó de temblar.
Por:
Claudio, Gustavo y Lomely.

El niño valiente
Había una vez, un niño muy valiente: no le daba miedo nada. Iba a todos lados de día y de noche pero vivía en un pueblo donde toda la gente estaba asustada porque creían que el sol iba a desaparecer. Un día, el niño estaba reflexionando cómo haría para que el sol no desapareciera, estaba en el bosque cuando de pronto un ángel apareció y le dijo que si se iba con él, el sol no iba a desaparecer. Entonces el niño se fue con él. Cuando iban en el camino, la tierra temblaba entonces se apresuraron: el ángel voló y al niño le crecieron sus alas y volaron hasta el cielo. Cuando llegaron, el sol ya no se veía porque las nubes lo tapaban pero el niño desapareció las nubes y el sol volvió a aparecer. Toda la gente del pueblo estaba contenta y vivieron muchos años mas.
Por:
Flor Citlali, Carina y Fátima.

El oso y el espejo
Según cuenta la gente, hace mucho tiempo que vivían los osos. Y había un oso que tenía un espejo. La gente no sabía por dónde lo había encontrado, nomás lo veían mirándose en su espejo y hablando con él. Un día, el oso perdió su espejo y no sabía por dónde lo había dejado. Lo estaba buscando por todas partes pero el espejo estaba arrastrándose por el agua en el arroyo. El oso gritaba pero el espejo no lo escuchaba porque estaba muy pero muy lejos de ahí. Entonces ya cuando el arroyo se puso tranquilo, el espejo se quedó cerca del agua y lloraba muy triste pues no podía ni caminar, imagínense, pues no tenia pies. Desde ese día, el oso se fue del monte y la gente no sabe por dónde se fue.
Por:
Hilda, Maribel y Marcial Reyes.

El coyote y el conejo
Había una vez, un coyote que iba por la montaña y de repente vio un conejo que saltó de entre las ramas. El coyote corrió derechito detrás del conejo, lo alcanzó y le dijo: “tengo hambre ¿quieres que te coma?”, el conejo le contestó “no, mejor vamos a comer tuna”, “ vamos”. Cuando llegaron, el conejo se subió en el nopal y el coyote dijo “yo quiero tuna”, el conejo le dio pero estaba espinada y el coyote corrió abriendo la boca. El conejo saltó del nopal y corrió a una cueva. El coyote buscó al conejo y le dijo “¿para qué me diste la tuna con espinas?”,  “eso ya olvídalo”, le dijo el conejo. Después, salto de la cueva y corrió sobre las montañas, más lejos, y el coyote se murió de hambre
Por:
Aracely, Luz Eréndira y Bruno.


La muchacha y los muertos
Había una vez, una persona que estaba mal de la cabeza. Cuando se hacía de noche, siempre iba al panteón y con los muertos platicaba. Ellos le decían “ven-ven” y ella les hacía caso y se iba al panteón. Ella les decía “hagan una fogata” y a un lado de la fogata platicaban. Siempre iba en las noches pero en las días andaba como si nada.
Por:
Rosalía, Julio y Oscar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario